Gracias a la importancia estratégica del lugar, protegido por una gran roca, y a la fertilidad del terreno, ya en época primitiva hubo asentamentos en la zona de Cefalú.
Su presencia está testimoniada por los hallazgos descubiertos en las grutas de la vertiente oriental de la peña. La historia urbana del centro inicia sólo en el siglo V a.J.C.. A esa época se remontan los restos de las murallas megalíticas que rodeaban la ciudad a los pies de la roca. Fue precisamente esta última, por su posición preeminente, la que le dio en nombre al asentamento, que fue llamado Cephaloedium, es decir “cabeza”, por la forma de la roca misma. El centro fue fundado de nuevo por Roger II en el siglo XII y reestructurado en base a un diseño urbanístico que todavía hoy lo caracteriza. El significado de esta nueva fundación se capta sobretodo el la Catedral, símbolo y síntesis del poder de Roger, que concentró en sus propias manos no sólo el poder político, sino también el religioso.
A partir de la segunda mitad del siglo XIII ejerció una indiscutible supremacía la familia Ventimiglia, cuya residencia era el Osterio Magno, un palacio fortificado de fundación normanda, todavía visible en la calle principal. La ciudad, en manos de la corona desde la segunda mitad del siglo XV, vivió un periodo de tranquilidad y bienestar, interrumpido por un período de relativa decadencia en el siglo XIX, de la cual en los últimos decenios se ha recuperado gracias a una floreciente industria turística.
La Catedral (Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo) fue fundada en 1130 por voluntad de Roger II, quien, según la leyenda, había prometido construirla si salía sano y salvo de una terrible tempestad que había azotado a su nave mientras viajaba hacia Palermo. La furia de los elementos lo arrojó a la playa de Cefalú, en donde, pues, el rey colocó la primera piedra de la imponente construcción. Se trata indudablemente de una de las más bellas catedrales del mundo, perfecto ejemplo del estilo románico meridional. La fachada está fuertemente caracterizada por las dos torres angulares, añadidas en 1240, aligeradas por ventanas y ajimeces. La fachada está decorada con un cruce de dos órdenes de falsas galerías que la recurren de una extremidad a otra.En 1472 se le añadió un arioso pórtico con arcos triples. El interior tiene tres naves divididas por los hileras de columnas de mármol en las que se apoyan 7 arcades. El techo de la nave central es de madera pintada y constituye un raro ejemplo del arte islámico en Sicilia. El ábside, el crucero y las paredes adyacentes están decorados con mosaicos dorados que culminan en el magnifico Cristo Pantocratór, perfecto ejemplar de puro estilo y elaboración bizantinos, y que es, tal vez la más sublime representación de Cristo realizada en el arte cristiano. Debajo están la Virgen, los Angeles, los Apóstoles, todos dispuestos según los criterios de la jerarquía litúrgica.
Sicilia, la isla infinita.